martes, 28 de junio de 2011

Del_MunDo;REal #1

Apenas antier dormí escasas tres horas a causa del festejo de un cumpleaños, sólo a él se le ocurre festejar en domingo, y a mi ir. La temporada de lluvias nos dio la bienvenida con un chubasco que nos mantuvo en la casa donde fuimos a parar, después de que la madre del cumpleañero nos despidió con bostezos fingidos de su hogar. La casa, que estaba deshabitada desde que se compró, ya hacía un año, porque el dueño, hermano del cumpleañero, prefería la comodidad del hogar familiar; hacía notar fácilmente su soledad con la ausencia de vasos, la botella de cerveza rolaba entre los labios de los festejadores; cuando al fin decidieron ir al oxxo más cercano a reproveernos; nos percatamos de que el único coche con el que contábamos no encendía, todo mundo opinaba, que si la batería, que esto que lo otro… era la gasolina. Al fin encendió, dotados de cigarros y cerveza, continuó el festejo… ya entrada la noche, y en alcohol, comenzaron a salir revelaciones, que si uno tenía una hija de la cual ni sus hermanos sabían, salieron reproches por la ausencia de una boda, de un hijo… y así la madrugada transcurrió, el dueño de la casa, que no vive ahí, subió a uno de las recamaras y se quedó dormido, me llevaron a mi casa, transcurrieron cuatro horas y mi rutina comenzó, hasta las diez de la mañana fue igual, después mi nueva vida laboral se integra lentamente a mi vida.
Y hoy, el olor de las flores me es hostigante, lastima mi nariz, pero voy llegando, no quiero entrar a esa habitación, me siento afuera en un cómodo sillón de piel, mientras me hundo en él, trato de articular las palabras adecuadas en momentos así, siempre he huido a éstas situaciones, pero ésta vez, no podía, no venir.
Me sorprende un “gracias por estar aquí”, un impulso me levanta de mi comodidad física y cómo no supe que decir, dije nada. Tardé cinco segundos en decidir si entrar o no a la habitación donde estaba la esposa de mi amigo, no quiero ser imprudente puesto que escasas tres veces la he saludado, no sé que pensará… aunque no creo que piense nada en éstos momentos. La llovizna de la tarde continuaba, aún así salimos a fumar, el aliento de la mayoría, es a café, de ese que se impregna en la lengua, justo cómo estos momentos, en la vida. Pasó un hora aproximadamente cuando decidimos irnos, en la entrada, la familia de mi amigo estaba sentada, observando hacia afuera la lluvia, la esposa, que hacía apenas un año atrás, recibió felicitaciones por el nacimiento de su bebé, hoy, con un collarín y la mirada desencajada recibía pésames por esa misma bebé.



A veces no me gusta la vida.