Odio bañarme diario, pero las buenas costumbres me acorralan; por la tarde después de renegar por hacerlo preferí irme a la cama antes que a comer, me dejé caer en esas almohadas, no extrañé para nada las cinco mías, me absorbieron y me mantuvieron cómo por dos horas. Yo insisto en que ésta cama, está hecha para descansar por la tarde y no dormir por la noche, es mágica.