Él, asesino nocturno, antes de todo pellizca mis nalgas, juega con mis piernas, con mi mente, juega con mi vida.
Me prepara para el festín alimentándome, nos describe cómo un cuento, ceda mi voluntad con sus besos torpes, él ríe y yo me pierdo entre su ruido, su mente y entre sus brazos.
Sus suaves manos recorren mi piel y yo tiemblo, no sé si de miedo o emoción, sus dedos buscan el latido en mi cuello y se encuentra en él. Presiona y muero de repente, sin aviso.
Él me vuelve a la vida, dice que esto apenas comienza, que en un mes regresará.