Había tardado casi dos horas en arreglarme para él, pero esa noche, la belleza fabricada y mi amor fueron nada para ablandar la realidad.
Él había dejado de ser él, su mirada fue diferente, indiferente. Sus manos ya no dieron caricias, sólo fuerza en mis brazos.
Los " te amo" fueron reemplazados por sus "no","no" pacíficos, "no" agresivos, y "no" humillantes. Cómo si la vida se le fuese en ello, impidió terminar con mi inseguridad, placentero el juego del poder, mejor hacerla crecer, hacerla explotar. Esa noche, él no era más él. Él no era más mío.